viernes, 29 de junio de 2012

La vida y los espejos

Así Dios nos enseña las cosas, mostrándonos a nosotros a través de espejos: personas, situaciones, cosas, acciones. No son "otros" somos "nosotros" vistos en el reflejo. ¿Podría Dios escribir un libro y hacérnoslo más fácil? Si, ya escribió uno o varios, y no los leímos mucho ni tampoco los entendimos. 

Dios podría también masticarnos la comida y ponérnosla en la boca, pero nos quitaría la libertad, la posibilidad de hacer con nuestra vida una "vida llena de vida". 

Hay que mirar los espejos sin apresurar las conclusiones, dejando que los detalles resplandezcan según cómo les dé la luz en los distintos momentos del día, de la vida, de nuestra vida, de tu vida. Mirarlos y aprender, de lo que vemos, de lo que sentimos, de cómo nos reflejamos en ellos.

Esto lo escribí hace un poco menos de un año. Mi vida era bastante distinta y bastante igual. Hoy, escuchando a un "Maestro"que se apareció sin permiso pero con una razón, me doy cuenta de que es porque mi vida es un reflejo de lo que fui creando a través de mis estructuras, de mis creencias, de lo terrorista, o no, que puede ser mi cabeza. 

Fui rezando un paradigma que asegura que afuera están todas las respuestas, que depende  de otro la "solución". Este maestro se me caga de risa y me invita a encontrarla en mi interior porque creer que algo de afuera me puede curar es creer que algo de afuera me puede salvar y eso es una ilusión que me deja prisionera de mi misma, de tomar mis decisiones (con todo lo que me gusta tener la libertad para decidir). 

Este Maestro me dijo que sólo hay un milagro en la vida y es ser plenamente conscientes de que somos creadores de nuestra propia realidad. Que no nos damos cuenta de que Dios favorece nuestro libre albedrío dándonos razones, espejos, situaciones, para que creamos que lo que pensamos es verdad. Si creemos en el sufrimiento y la separación, la vida nos traerá mucho de eso; si creemos en la abundancia y en la unidad, mucho más. 

Por eso, hay que aprender a sentir y pensar diferente, librándonos de juicios y egos, sabiéndonos creadores de todas las situaciones que estamos viviendo. Ya lo decía Carl Yung: "La enfermedad es el esfuerzo que hace la naturaleza para curar al hombre". No esperemos a enfermarnos para sanar.

(Si querés escuchar a este "Maestro"hacé click acá)

martes, 19 de junio de 2012


"Amen con sinceridad y ternura a los vivos y, a los muertos, hónrenlos con sus vidas"
@meryalbinati

sábado, 16 de junio de 2012

Confiar el Birrete


Felíz día, Pa. 

Terminar preescolar fue la primera bisagra que recuerdo haber vivido: poner fin a una etapa y entender que la vida se reconstruye a partir de los momentos importantes. Lo descubrí a los cinco años, tomando mi primera decisión vital: ir al acto de fin de año con papá.
Era un día de sol, cálido, con una leve bruma, típico de las madrugadas en el Conurbano Bonaerense. El sol, que se veía a lo lejos por la ventana, todavía no había calentado la tierra como para que desapareciera la humedad. Convenía no pisar el pasto. Tenía cinco años y ya sabía esas grandes verdades.
Estaba sentada en la cocina, mirando por la ventana lo que llegaba a ver del jardín, porque por mi altura no lo veía todo. Mientras, parte de mi familia se despedía y mi mamá volvía a preguntarme: "¿Estás segura de que querés ir con Papá?". Dije sí, con la cabeza haciendo medio puchero, y agradecí por dentro que me dejara elegir. Valoro mucho la libertad.
Terminé de desayunar con él, que era el privilegio más grande porque nunca se despertaba tan temprano, y me fui a poner la ropa que me habían dejado separada. Papá, entre tanto, se bañaba y afeitaba para darme besos sin pinchar, todo eso, "en cinco minutos". 
Su estilo era vivir la vida con velocidad a pesar de la parsimonia de sus tiempos. “En diez minutos estoy y en veinte llegamos al colegio” le juraba a mamá que descreída le advertía que se tardaba cuarenta con el transporte escolar.
Salimos tarde. El viento que entraba por la ventanilla de su BMW alborotaba mi pelo tan delicadamente arreglado y encintado. La raya al costado y el flequillo hecho trenza que despejaba mi cara se había convertido en peinado de Troll. Mi primer mal humor. Papá, intentaba que yo me relajara, disfrutara del momento juntos y que no perdiera la fe en él. Ponía altísimo el volumen de "Should I stay or should I go", mientras me hacía gestos de rockero ochentoso. Él quería cumplir su promesa de que yo tuviera la toga, el birrete y el diploma.
Los vacíos de mi memoria son agujeros de colador que hacen que la imagen no sea tan nítida, como si fuera un sueño. Del auto paso a estar en brazos de él, llorando con congoja por no poder tirar al aire mi birrete con el resto de mis compañeritos. Miles de abrazos y sobre-estimados consuelos, besos suaves, muchos y seguidos, pero que me molestaban igual. Papá ayudándome a tirar mi birrete con fuerza, como si fuera lo mismo, y yo haciendo fuerza para abajo para hacerlo enojar.
Confiar de nuevo era parte de la etapa que comenzaba, como si fuera válida una decepción por cada ciclo de la vida. Ésta, al igual que no pisar el pasto húmedo, es una gran verdad que anoté en un post it para tenerla a mano cuando piense que alguien realmente puede llegar a ser infalible.
Mi papá vivió una vida a toda velocidad y cumplió su trato de decepcionarme en cada ciclo, probando mi capacidad de volver a confiar en él. 
La misma bruma de aquél día apareció una mañana, un sábado de septiembre, cuando me dijeron que ya no iba a tener a mi papá. Hoy, que ya pasaron un par de años, sé que me dejaría defraudar, me volvería a enojar y lo volvería a perdonar.

6 de septiembre de 1.956 - 3 de septiembre de 2.005
Near you always

jueves, 14 de junio de 2012

Discurso de Graduación



Hoy festejamos los 20 años de mi facultad. Yo pasé por ahí, 4 años divinos de mi vida. Esto lo leí el día que me dijeron: "por suerte no te vamos a ver más, estás recibida". 


Después de 4 años compartidos, llegó el momento de dar vuelta una página que sin duda tiene mucha palabra dicha y también por decir.

Función bárdica del lenguaje, experiencia vicaria, hermenéutica, fuentes pertinentes, paradigmas inmanentes y trascendentes, aguja hipodérmica y agenda setting, son algunas de las palabras que aprendimos en esta facultad. Desde ya que hay muchas otras que no recuerdo, pero confío en que cuando me reencuentre con ellas me despertarán una sonrisa (también espero que, alguna vez, alguien les haga marketing y las ponga en un rollo de cocina o de papel higiénico).

Disculpen si no se nota mi emoción, hay cosas que no cambian y ser expresiva no es mi fuerte. No porque lo haya dicho cierta profesora al inicio de esta carrera, es que simplemente soy así. Por suerte en esta clase que hoy se despide, muchos nos han sorprendido con sus extravagancias, imitaciones y actuaciones. No solo en momentos de dispersión sino en realizaciones académicas en las que han desplegado todos sus dotes artísticos… ciertamente, no fui uno de ellos.

Realmente creo que somos una clase beneficiada por las circunstancias. No sólo porque fuimos con el Tincho Grozs sino porque sabemos donde esta Osama Bin Laden. Además sabemos pronunciar correctamente el nombre de eminencias académicas como Wazlawick o, por que no, del presidente iraní - aunque teniendo a Gerardo cerca no sé si me animo a decirlo-: Ahmadinejad, es así, ¿no? Y ahora conocemos países nuevos como La España Del Bisonte.

En cuatro años, estos profesores nos enseñaron muchas cosas que son imprescindibles para nuestras vidas. No solo a escribir correctamente, sino también a hablar. A decir decentemente palabras como “muslos” y a que la “ye” no se pronuncia ni como se hace en zona norte ni en zona sur. Cosas vitales para abrir la cabeza. Además, nos impulsaron a ser creativos mediante el análisis de casos como el de Niyasov, el presidente del país lejano de Turkmenistán que construyó un palacio de hielo en medio de un desierto de 50 grados a la sombra. La creatividad en tiempos de crisis es imprescindible (por no decir que es clave, que es una palabra baúl).

Enfocándonos en nuestro contexto, sabemos que estamos viviendo tiempos de crisis. Sin embargo, nos animamos a salir a este mundo con las mismas sensaciones con las que empezamos nuestra carrera universitaria: ansiedad, miedo, emoción, excitación… aunque algunos pensemos que entramos totalmente relajados.

Algo que allá en el 2005 era tan lejano, hoy es realidad, “we did it”. Pero no tenemos que olvidar el camino recorrido. Los primeros nervios pre-parcial, aun cuando fuera una materia que hoy subestimamos. La Trimurti. Los primeros esquemas que intentaban explicarnos el ABC de qué es la comunicación. Esquemas que una vez comprendidos serían desafiados por el profesor siguiente, léase Luciano Elizalde. Ruido.
Entender los axiomas de la comunicación, era un todo, un imposible. Ser concientes de ellos en la vida real, un logro. Ser responsables cuando comuniquemos, nuestro próximo desafío.

Espero no pecar de idealista al pensar que la comunicación puede hacer de este mundo un lugar mejor. Que en eso radica nuestra ética, ética que no está en los libros, sino en el contacto y en la relación que forjemos con un “otro”, tan persona como nosotros. Que comunicarnos puede ser la gran terapia que le falta a este siglo que acaba de empezar, aunque no sea la cura de todos los males.

Hoy nos graduamos. Tendremos nuestros diplomas y podremos quemar el del colegio secundario.

Deseo que nos pasen muchas cosas que nos muevan tanto hacia el esfuerzo como fue esta facultad. Deseo que sintamos nuevamente ese revuelo pre-final, donde las horas volaban para después suspenderse una vez que salíamos de rendir. Deseo que tengamos muchas ocasiones de festejar y que la imagen que se nos aparezca sea la de nuestro “día de la espuma”.

Que juntos o separados, en realidad virtual o personal, en web 2, 3 o 5.0, emprendamos cosas buenas, solidarias y responsables. Que no haga falta que nos dibujen un barquito de virtudes para saber que somos virtuosos. Que no haga falta leer autores de renombre para poder citar con autoridad. Que podamos expresar libremente nuestra opinión y dejar que otros que piensan distinto también lo hagan, acercando nuestros horizontes de precomprensión (otra palabra de este librito).

En suma, espero que no perdamos nuestro impulso y que ese impulso esté bien orientado. Que no nos mareemos creyendo que nuestra carrera implica cegarnos como los caballos, sino todo lo contrario, abrir nuestra mirada todo lo que podamos. Si esto no hubiera sido así, no existiría un grupo de Facebook que quiere conocer a Alcat, ni hablar de ese otro grupo que se gloría porque estudió con un resumen de Tincho Grozs (que ya es una eminencia y tiene un himno y todo).

Entonces, seamos agradecidos y actuemos en consecuencia, “siempre, siempre, siempre”. Somos personas que tuvimos la suerte de poder instruirnos y esta es la base más profunda de nuestra responsabilidad con el mundo que nos toca vivir, esto si que K-ve destacarlo.

Para terminar, quisiera que recordemos a quienes pasaron por este camino y que hoy ya no están. A cada uno se le aparecerá un nombre distinto en su cabeza, por eso prefiero no hacerlo singular. Desde primer año vivimos cosas importantes: noviazgos y rupturas, accidentes y recursadas, muertes, casamientos y nacimientos… bah, la vida misma que nos formó tanto o más de lo que esperábamos. Esto también integró a nuestro grupo a pesar de nuestras aparentes diferencias. Obviamente que había buena tela para cortar pero, otra vez, nos hizo más “personas”.

Alguien muy sabio me dijo una vez que si quiero caminar rápido voy a tener que caminar sola, pero si quiero caminar lejos, me conviene hacerlo acompañada. Para mi estos 4 años dan cuenta de lo lejos que llegamos y estoy segura de que todavía hay mucho más camino por recorrer. Espero que lleguemos muy lejos, espero que lleguemos acompañados, siempre.




24 de febrero de 2.009

miércoles, 13 de junio de 2012


Hoy es el día de #SanAntonio. Si le vas a pedir un novio, pedile que sea bueno que a los garcas te los encontrás solos.
@meryalbinati

martes, 12 de junio de 2012

lunes, 11 de junio de 2012

El mundo sin mí

Espero no estar nunca en una trinchera, mucho menos, morir en ella. Ni literal ni figurada: no quiero vivir ni en guerra ni en luchaNo soy hedonista y, si quiero, me banco el sufrimiento, pero mi vida ya tuvo en pocos años - algunos más del cuarto de siglo cliché – de todo esto, lo suficiente. 


Soy una católica hereje que se niega a que la vida sea un valle de lágrimas. Un valle si, pero, salvo que la lágrima sea el símbolo del agua más pura, del agua que brota y limpia las heridas, es una imagen que no me cierra. 


Con tanto movimiento me convertí en una optimista a ultranza. No quiere decir que mi pensamiento automático sea “todo va a estar bien” porque, mientras que estoy en el barro de mi vida, lo primero en que pienso no es en el confort del baño caliente. Ahora sí, después de un poco de baile patero veo los resultados de haber hecho el proceso. 

Por eso, sería una lástima que el mundo se quedara sin mí. Decirlo es pedante,  pero pondría las manos en el fuego – post mortem, mejor – en que mis conocidos me extrañarían.


Dicen que soy divina y soberbia, tenaz y auténtica, transparente y frágil, rubia y concheta. Insoportable, un lugar común si alguna vez discuto, yo diría apasionada. 



A pesar de todo, la vida me trató con dulzura y ese es mi más fuerte deseo de retribución. No todo es tan complicado, ni tan trabajoso, ni merece tanto sacrificio. No tengo paciencia para bancarme los martirios y rebusques, y me dicen los viejos que por eso muchas veces no llego a ver ciertos frutos. Frutos viejos y podridos, creo yo. 

Elijo mis batallas y las lucho con rosas o cualquier otra flor, dulce, bombón o fijador. Nada de rifles, ametralladoras ni escopetas, ni siquiera un fierrazo, piedra o misil. A la piña, una caricia; al insulto, un abrazo; al proceso, mucho amor y a la vida, una sonrisa. Del otro lado y de este lado, siempre hay una persona, dentro o fuera de una trinchera



Mientras tanto, rechino los dientes, pongo la otra mejilla y tomo el diente por diente. Si, el diente por diente: me sacan un diente, te saco un diente, un diente, una sonrisa, un abrazo, una caricia, ¿acaso el diente tiene que ser otra cosa? El diente está en la boca y de la boca no sólo salen insultos, palabras ofensivas o mentiras… también salen cosas creativas.

No peco de ingenua ni de hippie idealista, solo que el camino me mostró que “esto también pasará”. Se lo dijo una vieja a mi prima una vez que lloraba triste en la calle, ella a mi y yo a ustedes: el mundo sin mí, se pierde de esto, y gracias a la vida esto también pasará.