miércoles, 18 de septiembre de 2013

Miedo da hacer pan

Cocinar y escribir me generan ansiedad. Soy yo y el mármol. Son mis ojos que van y vienen buscando la frase perfecta para arrancar. Y es el cursor de mouse que titila frenéticamente en mi computadora. Lo odio. Y me entrego, al mármol que está frío y al teclado que canta "clac, clac, clac".

Fui adolescente a los 10 años, doliente y hormonal, pero no rebelde. Vivía en una casa grande, con jardín y ventanales que eran un regalo a la vista. Iba al colegio a la mañana, temprano casi de noche, pero podía faltar para ver cómo llovía y se inundaba el hoyo ocho de la cancha de golf que estaba en frente de casa.  

La hora de la siesta era sagrada en el pueblito peronista de Los Polvorines.  A mi nunca me salió, así que miraba programas de cocina y anotaba las recetas, con el volumen bajo para que nadie se apiolara de que estaba escapando al sistema.

Era una casa que quedaba aislada de las otras 40 familias que estaban en la misma que yo, pero con chicos que iban al colegio de doble escolaridad. Así que la creatividad y el ingenio estaba en cómo cambiarle la lista del súper a mamá, una muestra explícita de la escasa maldad y rebeldía que tenía para algunas cosas.

Brownies, Lemon Pies y Apple Crumbles, tenían los ingredientes más fáciles de disimular. Un par de huevos, azúcar, manteca y harina endulzan la vida y ayudan a despertar los cinco sentidos aletargados en algunas siestas. Huevos, creo que sobre todo los huevos nos cambian la vida. 

Aprendí a cocinar de todo, pero de prestado. La receta de mamá, de mi abuela o de Juanita, la señora que trabajaba en casa. Varias recetas de Utilísima, los excesos de Maru Botana y los hits de Osvaldo Gross. Pero hacer pan es otra cosa y juro que me da terror. Es la mutación que hace la masa cuando la levadura se adueña de ella y le pide espacio. Es el vaivén hipnótico del amasar contra el mármol frío y es también mi tradición romana y católica que hace que el pan sea sagrado y no se le pueda pifiar. 

Pero en la vida, como en la cocina, a veces hay que animarse y tirar al tacho recetas que no te salieron bien. Y en la intimidad de ese aparente fracaso, con la frente alta y bastante fe, tendrás que pasarle el trapo a la mesa, volver a pesar los ingredientes de tu receta y animarte a empezar otra vez.



lunes, 27 de mayo de 2013

Como Adán y Eva

Estoy viendo el partido en mi cuarto: cama grande, frazada de polar, tejido en mano y el partido de fondo.  Riquelme metió un gol - golazo-, al ángulo contra el Corinthians y los que dicen que es un pecho frío buscan dentro del buzón de excusas algo para twittear.

"Esta criatura nueva de pelo largo es bastante entrometida", dice Mark Twain poniéndose en la voz de Adán en "El diario de Adán y Eva". 

Yo se que a Riquelme le van a seguir diciendo así y me da un poco de pena por la mamá. Pero debería estar escrito en algún lado, al alcance de todos los que se preocupan por el qué dirán, que a la gente que opina de la vida  ajena después no les importa nada de lo que pasó. Opinan porque pueden y es gratis (y porque tienen poco mundo interior).

Empate, fin del partido. Me pregunto si es bueno. Si, porque ahora va a jugar contra Ñuls, el partido de revancha.

"Siempre está dando vueltas a mi alrededor, siguiéndome a todas partes. No me gusta esto; no estoy acostumbrado a la compañía. Ojalá se quedase con los demás animales...". 

Mejor no veo nada ese partido y me voy a comer a lo de mi padrino. Un poco me enojo con Adán pero es así, tiene razón.

Tengo frío, llegó el otoño a Buenos Aires. Mi abuela me trajo una boina de lana de Europa, de colores apagados y algunos hilos que brillan. A mi me gusta todo lo que brilla porque no necesito que algo sea de oro para que me parezca lindo o le otorgue algún valor. La amiga de mamá dice que soy una princesita rusa con la boina puesta y yo me siento más como Faivel, el ratoncito. 

"Está nublado hoy, hay viento del este; creo nos tocará lluvia... nos? De dónde saqué esa palabra? Ahora me acuerdo: la criatura nueva la usa". Adán, otra vez. Lo odio y me brota una carcajada todo al mismo tiempo por lo sincero que es. Típico nuestro hacer de este mundo algo inclusivo, perdón. 

Me subo al bondi después de una comida larga y sin sal, le pregunto al chofer si terminó el partido y me dice que si y que empataron. Se muchas cosas de la vida, tengo una licenciatura en comunicación, un curso de finanzas para no financieros, se qué significa la somatización de casi cualquier enfermedad y sigo sin saber si un empate es bueno o no. El colmo es que van a volver a jugar en menos de una semana.

"Me construí un refugio para la lluvia, pero no pude disfrutarlo en paz. La nueva criatura se entrometió. Cuando intenté echarla, dejó caer agua por los agujeros con los que mira...". Cae agua por los agujeros con los que mira, suena a poca conexión interior, Adán. Vamos que los hombres también lloran, yo he visto un par, y bien machos: conectá. 

Yo estoy destemplada porque la estufa de mi cuarto no se si funciona bien y no quiero morir si se escapa gas. Mientras leo, como una key lime pie deliciosa, untuosa, que seguro que está hecha con leche condensada, porque con mi dieta nueva, puedo. 

"Amo a ciertos pájaros por su canto; pero no amo a Adán por la manera en que canta, no, no es eso: cuando más canta menos me resigno", bien Eva, sonza Eva buscando las razones para morir de amor, cuando en realidad no lo va a saber nunca. Hay veces en las que simplemente "es" y eso se agradece, mucho. 

Me pongo triste porque Eva ruega morirse primero, porque sabe que ella lo necesita a Adán más de lo que él la necesita. Eva no reza en todo el libro, pero eso se lo pide bien clarito a Dios. Adán, no dice nada todavía. Espero para hacer algún juicio al respecto porque no me suena muy "a la par". Porque el amor es dar y recibir, son palabras y gestos, es compañía aún en la distancia, es presencia en el silencio, es la intimidad compartida. Es la seguridad que está en el núcleo de los vínculos profundos, eso es el amor. Pero es verdad que teniendo en cuenta mi debilidad, elegiría que fuera así para no sufrir la ausencia y el silencio que desgarran y prueban cuánto más se ensancha el espíritu, se fortalece la fe, se vuelve tan esencial y simple la vida. Lo digo por experiencia y es de las pocas cosas de las que estoy convencida: los duelos gestionados te hacen feliz y te simplifican.

Adán y Eva cayeron al pecado y los echaron del Jardín del Edén donde tenían todo lo que querían en paz y en armonía. La Biblia le echó la culpa a Eva y la Eva de Mark Twain, a Adán. "Fueron las castañas", que eran las bromas sin sentido que siempre le hacía Adán, #BadKarma. Bien #minitah Eva. La realidad es que no importa si fue una manzana o una castaña lo que los expulsó del Jardín del Edén y los llevó a vivir una vida enquilombada o con momentos de caos, porque terminemos con los fatalismos, que siempre que llovió paró, salió el sol y las plantas se pusieron hermosas. Pero somos tan orgullosos que hacemos más foco en quién tiene la culpa o qué puso todo patas para arriba que nos olvidamos de que la prueba está en salir de ahí juntos, más unidos, modificados por la experiencia.

"Ojalá no hablase, está siempre hablando", decía Adán y yo no me sorprendo porque lo escuché más de una vez, como si el respeto hacia el otro no fuera enterito tal cual es, sino selectivo como nos viene mejor. 

Soy Eva y me da pena todo lo choto que fue Adán porque se perdió de disfrutar de un montón de cosas. Fue choto por las veces que la hizo llorar, que se aisló solo en su refugio, que no le habló. Pero fue choto porque  se privó y llegó tarde a esta conclusión: "Después de todos estos años, me doy cuenta de que estaba equivocado respecto de Eva al principio: es mejor vivir fuera del Jardín con ella que dentro sin ella. Al principio, creía que hablaba demasiado; pero ahora me entristecería que esa voz se silenciara y desapareciese de mi vida. Bendita sea la castaña que nos unió y me enseñó a conocer la bondad de su corazón y la dulzura de su espíritu!".

La vida se hace así, a los ponchazos, aprendiendo, descubriendo todos los "para qué". Todavía no entiendo por qué no ejercitamos nuestra intuición y por qué nos cuesta tanto escuchar a nuestro corazón. Pareciera que los miedos, la resistencia, la negación, la culpa y la exigencia fueran más fuertes que la luz, el amor, la verdad y el bien que hay en cada persona.

Será que entrar en vínculo con otro es un misterio y tiene esa cuota de incertidumbre que por momentos es excitante y por otros se vuelve demasiado hostil. Pero siguen diciendo que hay que insistir y construir en el  amor y ya lo escribió Adán en la tumba de Eva: "Dondequiera que estaba ella, allí estaba el Edén". Estoy segura que ella, choto y todo, igual lo disfrutó.









lunes, 20 de mayo de 2013

Demasiado sexo en la ciudad

Este mundo tiene mucho sexo en la ciudad. Demasiado. Lo descubrí el domingo pasado, tras una escena  de #minitah que nunca pensé iba a protagonizar. Con la confianza de que hay gente simple, aprendí que lo mejor que podes hacer cuando te das cuenta de que estás actuando como una boluda es sonreír sin defenderte. Y así fue. 

Mis planes, rutinas y expectativas se subieron a un barco que está dando vueltas en las bermudas de quién sabe quién. Y me siento boluda y tengo tiempo, mala combinación. Ah, y me enrosco.

Leo como si no supiera internamente qué tengo que hacer, buscando frases hechas que me pongan en fila porque con la experiencia no me alcanza, pero no. Tengo raptos de optimismo, de despotismo y de que quisiera que alguien me sacara de los pelos de acá. Pero tampoco. Respiro profundo, tiro los hombros para atrás, repito puteadas como mantras y camino, tratando de hacer camino al andar y de levantar el culo que este último año se me cayó un poco. Tener tiempo libre me da culpa y trato de compensarlo con hiperactividad mal aplicada. Escribo, leo, repaso frases y consejos. Coso, tejo, cocino, ordeno. Y llego a la frase hecha del papá de mi amiga Agus que dice: ¨nunca te des por vencida aún vencida¨. Ella lloraría repasando lo vivido, las alegrías y tristezas; la vida. Pero yo digo: no. A veces no esta mal sentirse vencida. 

Carry Bradshaw nunca terminaría un capitulo de Sex & the City así, pero yo me declaro graduada del sexo en la ciudad, que vamos a aclarar por las dudas que es un concepto. Me di cuenta el domingo cuando después de mi escena patética miraba la segunda parte de la película en la que Carry llora durante cinco meses porque Big la dejó. Y me hizo ruido.  

No funcionaba el SAP. Entraba el sol de otoño por la ventana y yo recordaba mi sonrisa de derrota por sentirme tan boluda, expuesta y aliviada a la vez. Cualquier persona sana se hubiera cansado de escuchar los diálogos de la derrota de esas cuatro amigas en español neutro y se iría a hacer otra cosa. Yo, comía chocolate y veía el lavarropas que nunca queda en su lugar, prolijo paralelo a la pared, porque para ponerse en marcha se mueve para todos lados. El lavarropas tiene más inteligencia emocional que yo. 

No resistirme a sentirme así me había dejado respirar fluido otra vez. Por primera vez en casi un mes, miedos, broncas y hormonas veían la película en silencio conmigo. Cambio a "Big" por cualquiera de mis expectativas frustradas y pienso que es demasiado estúpido castigarse a uno mismo y a los demás al hacer cualquier proceso. Creo que entre tanto cliché, intentar madurar está bien y aceptar que a veces las derrotas son cadenas que se abren para ir mas livianos por la vida no es un mal aprendizaje. Pero sobre todo quiero escribir en algún post it para dejarlo a mano que hacer berrinche no deja crecer, que es un candado que corta el diálogo y ahí te quedas alimentándote con pensamientos que no dicen nada de quién sos vos pero te hacen percibir una realidad que seguro que no te gusta. 

Y hay que madurar para ser libres de nosotros mismos, como dice mi psicóloga que a esta altura del partido debe haber ampliado su cocina con lo que le pago por mes. O tomar un poco de aire y dejar el pasado atrás, o como dice la canción que es trending topic en mi cabeza: "all you need is just a little patience" para avanzar. 

Y repaso enseñanzas que fui escuchando, que hablan de disfrutar de la vida, de despertar a los milagros cotidianos, de ser mas simples y llanos cada vez. De estar integrados, de abrazar los miedos y de dejar de golpearse la cabeza contra el vidrio, porque si frenamos podemos ver cuál es la ventana que está abierta para que salgamos por ahí. 

Y pienso que lo dicen en todos los idiomas y en todas las religiones, cerca y lejos de casa, pero no en las series subtituladas que para llenar guiones relamen las heridas y nos fijan imágenes derrotistas como modelos de vida. Y entiendo que está bien no exponerse a eso. Fin del masoquismo. 

Estoy segura de que la vida muchas veces me va a poner contra la pared a hablar sola y no en una mesa de a cuatro. Pero sabiendo que es posible el diálogo y los verdaderos vínculos, no está mal hacerlo con una sonrisa, abrazando los miedos y sintiéndome como una boluda o una loca, que a esta altura de la vida, da igual. 

Este mes que no estuve en mí, sin querer volví loco a casi todo el que tenía a mi alrededor. Pido disculpas y agradezco que me demostraran que abrazar y dar espacio son ambos actos de amor. Algunos, que no están tan cerca pero miran de reojo, fueron de mucha ayuda también, poniendo sus límites o riéndose a carcajadas. Se que Agus me diría que hay días que te caes y caes y caes, pero están esos otros en que experimentás el gustito que tiene la vida y es magia, es luz, es paz. 

Y porque no entiendo ni las metáforas, ni los poemas ajenos, ni los chistes que no terminan con un "ja ja" le digo adiós al sexo en la ciudad. Después de todo, estar tranquilos y ser simples es buscar una buena vida y es un buen plan.

The purpose of our lives is to be happy.  Dalai Lama

viernes, 3 de mayo de 2013

Encontrándote

Vengo acá a buscarte, hace mucho que no se de vos. A veces me parece verte, pero al acercarme me doy cuenta de que esos ojos no son tuyos o que no sos vos por la oscuridad que me devuelven las miradas. Simplemente no sos vos.

Hace un mes que te extraño y estoy como una idiota, abriéndome para encontrarte y cerrándome con cada frustración. Y me duele. Me desilusiona no encontrarte ni siquiera con el poder de mi imaginación. Me da bronca.

Me dijeron que te vieron, que te revolcó una ola grande y estuviste unos segundos sin hacer pie, estirando la cabeza tratando de respirar. Que la ola rugia bajito por eso no te fuiste a tiempo ni la agarraste para barrenar. Que te dejó culo para arriba, pero que saliste caminando lento y pausado, haciéndo ademanes como que no necesitabas ayuda, que estabas bien, que solo necesitabas sentarte un rato y respirar, llenarte de oxígeno, puro  claro, nuevo. Me hubiera gustado estar ahí y darte una mano o al menos un abrazo.

Y yo acá, desesperada y triste porque no te encuentro, porque no te puedo ver, porque no encuentro esos ojos que me devolvió la mirada más tierna, dulce y amorosa que me miró alguna vez. Mirada que siempre devuelve un "todo va a estar bien".

También me dijeron que todavía te estás recuperando, que te quedaron raspaduras y moretones, que estás en carne viva y por eso no te dejás ver. Espero que te estés tratando con el amor y el cuidado con el que das tus abrazos, con la paciencia y caricia de tu sonrisa, con la sencillez de tu esencia, tan linda, tan buena, tan pura. Que te mires con esos ojos que hablan de hogar y que me hacen sentir en casa. Que uses tu sabiduría con vos, que te lo permitas, que te des el gusto de gozarte.

Y yo te extraño, pero me consuelo pensando en vos, sabiendo, confiando, permitiendome desesperar de a una angustia por vez. Escuchándote en todos lados y en ninguno, esperandote sin medidas, con cabeza poderosa otra vez.

Y acá sigo, tratando de bancarme la ausencia, el silencio y el bochorno de mi cabeza, deseando que se haga más fuerte la voz que me grita "¡Paciencia! ¡Confiá! ¡Todo pasa para algo! ¡Disfrutá!" que quedan mudas entre tanta resistencia, tanta ansiedad, tanta confusión.

Y te extraño. Y te espero. Y confío en que te voy a volver a ver.

jueves, 25 de abril de 2013

De a seis

Soñé que se sentaban seis personas en una misma mesa. Los mas ricos y los mas pobres, los de clase media y los de no tanto; los que tienen poder y los que ya no les queda ni un gramo de libertad para decidir nada. Eran políticos y representados; los que estuvieron en #Once y otros que nunca se tomaron un tren. Todos juntos y ninguno a la vez, porque en esa mesa cada uno tenía la misma voz y el mismo voto. 

Los famosos también estaban sentados, no servían las mesas como en la fiesta de Fundaleu. Estaba Rial, Tinelli y Susana; Lanata, Fariña y Baez. La boluda del megáfono y la tarada del comercial de Doritos. Esta vez no fueron ni por prensa ni porque le hubieran pagado para ir. Tampoco porque contribuyera a mejorar su desfigurada imagen pública. Querían ir.

  
Llegaron juntos Cristina, Macri, Carrió y el cadáver de El - el difunto esposo que está enterrado a seis metros bajo tierra, sin su poder ni su dinero, con esa muerte que lo iguala al que se ahogó en el último temporal-. Un poco más tarde Máximo y Florencia, que había vuelto de Nueva York y salió última de Ezeiza porque la Aduana le abrió la valija y tuvo que pagar todo aquello que nunca hubiera declarado. Y las hijas de Macri y las de la mucama de mi abuela y las del que todavía sale a cartonear. Todos reunidos en el mismo lugar. 


Era un salón lleno de mesas, todos sentados de a 6 para poder verse las caras. Algo parecido a un casamiento pero sin saber si estaban ahí para festejar o para gestionar el duelo en pleno funeral.


Se vieron las caras y las manos, las joyas y los despojos, los amuletos y las medallas. El silencio inauguró esa ceremonia en la que ninguna máscara, ningún rol, ningún estandarte ni apellido tenía preponderancia a la hora de hablar. No había maquillajes, ni botox, ni siquiera manteca de cacao. 


Hace siglos, desde la eternidad casi, que no había un encuentro tan desnudo y despojado. A este encuentro no asistieron los medios, porque no había necesidad de mediar nada. Era un encuentro uno a uno en mesas de a seis y un único relato: la realidad.


Difícil les fue a varios ir con otra cosa que no fuera la verdad. Lorenzino no pudo volver a decir que el Indec medía bien la inflación ni reafirmar que en Argentina con seis pesos se come, pero esta vez no se pudo ir. No es que en las mesas había telépatas, o videntes, o viejas sabias. Es que al hábil mentiroso en esta fiesta, las personas de carne y hueso, le fisuraron su malparida impunidad.


domingo, 17 de marzo de 2013

Las vueltas de las putas, de la vida, de la puta vida

Lo que se me había venido a la cabeza para empezar este texto me surgió cuando bajaba del bondi. Como si tuviera que aguantar las ganas de hacer pis, hice fuerza y me concentré, pretendiendo recordar la frase tan perfecta, tan brillante, tan reveladora. Las musas te tiran frases sueltas cuando no las podes anotar.

Cuando llegué a la oficina, mas rápido que lo habitual, crucé la puerta, me topé con alguien y la frase se fue volando en el primer "buen día". Como toda puta, la inspiración se goza por turno y yo lo había dejado ir.

Me senté en el escritorio y anoté en un papel lo que me acordaba. De la idea brillante, rotunda, reveladora: nada.

Guardé el papel para después, por si servía de algo. No me quejé en voz alta porque estoy tratando de erradicar la queja de mi vida y dicen que si durante veintiún días seguidos no te quejás, no lo hacés nunca mas. Hoy estoy a medio ladrido de volver a empezar. Qué difícil, che.
Lola, mi perrita divina decidió ladrarle a los chicos que volvían de bailar como a las 5 de la mañana. Entre sus agudos y mi ansiedad por todas las cosas que aun no resolví a una semana de irme de viaje, mi novio de esa mañana, el que se llevaba el primer beso, era el insomnio. Entré a Google, hice algunas búsquedas, mandé un par de mails, todo muy lento, con la parte del cerebro que me funcionaba. Me hice un mate, comí unos bizcochitos que sobraron de ayer y con  bastante pena y nada de gloria me fui a bañar. Secándome el pelo se me empezaron a venir frases a la cabeza y me dije a mi misma: será la puta la que toca la puerta ahora? A esta, la cago. Agarré el teléfono y me puse a escribir.

He aquí la frase reveladora: "No soy escritora, escribo. No soy publicista, trabajo en publicidad. Se que no tengo una respuesta para cuando San Pedro me pregunte "Quién sos?"". Eso. ¡Eso! La puta me cagó otra vez.

Estoy sentada en la bacha del baño,  a medio vestir y en patas. Mis pies están tan fríos que se sorprenderían de mi falta de circulación. Y la puta inspiración me cagó otra vez.

Pero pienso que saber que no tengo respuesta a la pregunta de San Pedro va a hacer que viaje en globo mas tranquila. Porque, como pensaba que era algo imposible para mí, me cansé de repetir ante las extravagancias de la vida: "Me falta volar en globo y ya estoy". Y la semana que viene voy a volar en globo, o sea.

Pero querido San Pedro, no tengo nada que decirte aún y tenemos un papa nuevo, que se llama como mi santo favorito y es argentino y de San Lorenzo, por si resulta que Tinelli termina siendo dios, como creen acá las revistas. Como sea, supongo que ahí estarás de fiesta. Tomate un vinito, brindá por la vida y nos vemos cuando tenga muchas canas y todas las arrugas que se le rebelen al retinol.

Porque pocas cosas pude pasar en limpio en esta vida y todavía quiero más. Porque primero fui bebé y todo me generaba asombro. Estuve un poco distraída jugando con mis pies. Cuando empecé a caminar, pensaba que todos se alejaban mientras yo avanzaba de a un paso por vez. Imaginá mi angustia: un punto de partida, miles de tropezones, infinitos destinos. A la adolescencia dejémosla guardada entre los vestidos de pana, los jeans nevados y las hormonas tiranas. Y ahora pienso estar en la juventud que me cuestiona la vida hasta que me convierta en adulta y me haga cargo de alguien más que de mi, de mi perra y de mis plantas. Adulta que tomó nota y pasó en limpio, filtrando con obsesión hasta que por fin solo quedó la persona que realmente quiso ser y no los fantasmas, ni los miedos, ni los mandatos que la disfrazaban. Crecer duele pero está buenísimo.

Así que, San Pedro querido, levantá la copa y brindá conmigo a los gritos porque la vida, como los buenos libros, se disfruta de a un capítulo por vez.


jueves, 21 de febrero de 2013

Silencio

Cuando no es tiempo de hablar es lógico que hable el silencio. Silencio que desgarra y acompleja, que hace rayones, que lima, que abre surcos. Surcos que son un camino por el cual transitar, quizá a la deriva. Surcos que pueden estar secos o embarrados pero que pueden llevar también a destinos de mucha calma.

En el silencio también hay lugares recurrentes, obvios. Lugares que mas que caminos son defensas que limitan pero no protegen. También hay senderos que no fueron construidos con un propósito, pero que están abiertos a disposición de quienes se animen a caminarlos. El destino: misterio.

Los amigos convenidos del silencio acompañan sin guardar distancia. Los miedos, las inseguridades, los fantasmas, voces de otras voces que con sus lenguas venenosas y sus ojos llenos de furia alimentan la angustia y dan de comer a cuenta gotas a la ansiedad. Son íntimos, como todos los malos amigos, porque necesitan estar cerca para agotar y destruir lo que es esencial, para dar en la llaga, para seguir desgarrando el surco. 

Abren distancia expulsándote a un territorio lúgubre y frío que aja tu piel y lastima tu alma. Porque en esa distancia te vuelven invisible de a pinceladas, dejándote sin voz, sin centro, sin luz, sin mirada. 

Así camina la crisis el inexperto: alejado y solo en su dolor. Desde afuera y con distancia prudente miran los sabios y los buenos amigos que con confianza animal saben que ésto sólo dura un rato, que esto también pasará. 

La mente chillona y criticona es compañera fiel pero los sabios no le dan potestad. No la pelean, no la escuchan. No la persuaden. Vuelven cálida a la memoria y alimentan el futuro con buenos deseos porque saben que en mundos acogedores ya no le quedará lugar.

Estos seres, que también caminaron a los golpes, contemplan y simplifican, tomando nota de lo relevante por constructivo y descartando el resto por vacío. Guardan esos papeles con sus aprendizajes en lugares sagrados porque les servirán para dar abrigo y poner a la panza contenta, satisfecha, rechoncha de tanto gusto. Saben que volverán a este lugar y que conviene equiparlo y adornarlo para el próximo encuentro. 

Pero dejarán a mano el papel más importante, aquél otro que le recordará cuáles fueron las malas prácticas, los falsos espejos, los amigos que no son tal, los ladrillos que no construyen porque son de cartón y están huecos. Porque a los amigos hay que tenerlos cerca pero a los enemigos más.